2 de juliol de 2024

Reformas laborales a favor de los trabajadores y las trabajadoras: ni están ni se las espera:

A propósito de la nueva reforma laboral del gobierno más progresista de la historia, sus propios defensores, incluyendo el entorno de la ministra de CCOO y los gabinetes de abogados vinculados a la nueva izquierda, reconocen que el acuerdo al que han llegado es el mejor al que se podría llegar teniendo las pocas fuerzas de que disponen. Resulta de lo más interesante que un gobierno reconozca su nula capacidad de legislar a favor de los trabajadores y trabajadoras de una manera tan transparente. El hecho de que la patronal firme esa reforma, hace el resto para darnos la razón a los y las anarcosindicalistas: no podemos esperar nada de ningún gobierno.

Al detalle: se ha abierto un debate sobre la temporalidad que va a resultar engañoso. Según su criterio, de un plumazo van a conseguir una subida espectacular de la contratación indefinida, al haberse eliminado el Contrato por obra o servicio determinado. Sin embargo, debido a la evidente falta de pisar la realidad que tienen las señoras y los señores legisladores resulta que entre un contrato de obra y servicio y uno indefinido, a nivel práctico, en el día a día cotidiano de la sectores como la hostelería, la limpieza, el telemarketing, el transporte, el handling aéreo… no va a tener repercusión alguna. Ni en la ultraflexibilidad laboral, ni en la conculcación diaria de derechos fundamentales, ni en los despidos por estar de baja, ni en los despidos por estar sindicado en un Sindicato de verdad, ni en el acoso laboral, ni en los abusos en la ordenación de la jornada de trabajo, ni en la falta de respeto generalizada a la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.

Apoya el sindicalismo combativo y honrado. Frente al inmovilismo de sindicatos colaboracionistas, tu herramienta efectiva es la CNT y su acción directa. ¡Únete y, entre todos/as, hagámoslo posible!

Con indemnizaciones ridículas para aquellos contratos con menos de un año de duración, y el despido libre, la avalancha de contratos indefinidos va a resultar simple maquillaje para los titulares de la prensa amiga.

Con el debate de la subcontratación nos encontramos con algo parecido, veremos a ver las repercusiones que van a tener los convenios sectoriales en un entorno de empresarios delincuentes que incumplen toda normativa laboral e imponen de manera autoritaria condiciones arbitrarias de trabajo. Un entorno desconocido para la ministra de CCOO, su equipo y sus simpatizantes de la nueva izquierda: la vida real, dónde con tu sueldo no te puedes permitir asistencia jurídica, donde según que reclamación no interesa a ningún profesional de la abogacía y dónde por muy poquito dinero, el contrato indefinido de la ministra de CCOO se convierte en papel mojado.

Por si fuera poco, los ERTE del coronavirus llegaron para quedarse. Esos ERTE que han supuesto a las diversas patronales un ahorro astronómico, asumido con fondos públicos (aquí ha cobrado del estado, con atraso, más gente en 2020-2021 que en Cuba, Venezuela, China y Corea del Norte, juntas). ERTE mediante los cuales las plantillas han funcionado bajo mínimos, y que ha supuesto un mecanismo de ultraflexibilidad aplicado literalmente a dedo por las empresas.

La ministra de CCOO, el gobierno más progre de la historia, y los sindicatos del Régimen del 78 no deben haber pisado un centro de trabajo en su vida. No saben que quién manda en las empresas es el empresario. Y que cuando no quiere, no aplica la ley. Tampoco saben que a las personas se las acosa y se las presiona para que no puedan ejercer sus derechos. Ni que las bajas por ansiedad y depresión en contexto de fuerte carga de trabajo y presiones baten records. Tampoco saben que con todas sus leyes en la mano, a las mujeres se las despide por estar embarazadas y que con sus salarios no se pueden permitir recurrir a la justicia. Ni que la justicia gratuita no existe porque los plazos de los procedimientos judiciales hacen que no pueda haber resarcimiento del derecho lesionado por lo que son una auténtica burla al supuesto derecho fundamental de tutela judicial efectiva.

El gobierno no puede (ni ha podido nunca) encauzar los derechos laborales, que tan afanosamente se empeñan en aplastar las diversas patronales. Tampoco pueden los sindicatos subvencionados. No pueden porque en España hay un único problema al que no mira casi nadie: el problema del modelo sindical. Hasta que no se ponga sobre la mesa el debate de que el sindicalismo solo funciona si se ancla a cada centro de trabajo, con formas de organización auténticamente democráticas y al margen de todo control empresarial, no podrá haber avance apreciable en el camino a unas relaciones laborales gobernadas por la justicia social. 44 años después del diseño de un sistema sindical que mantuviera la clase trabajadora atada y bien atada, no podemos seguir ignorando que el modus vivendi de los sindicatos del régimen del 78 debe ser puesto en cuestión y cortado de raíz.

-