Experiencias de desobediencia civil
En estos momentos de gran agitación social a cuenta del movimiento por la autodeterminación de Catalunya, en plena erupción dictatorial del estado español, puede ser de interés echar la vista atrás y recordar algunos momentos de movilizaciones y protestas sociales que se han dado en el ámbito de la desobediencia civil. Para ello iniciamos una serie de tres entradas. La primera recuerda el movimiento de objección e insumisión al servicio militar en el estado español.
EXPERIENCIAS DE DESOBEDIENCIA CIVIL (1º parte): ¡INSUMISIÓN! (estado español)
Sin lugar a dudas, la insumisión ha sido el movimiento de desobediencia civil más amplio y exitoso de los tiempos recientes en el estado español. Desde unos inicios vacilantes y puntuales en las décadas de 1960-1970, en los que varias decenas de testigos de Jehová se negaban a incorporarse a filas, hasta el aluvión de insumisos a finales de los 90, constituyó un ejemplo sin parangón de rechazo al militarismo, en general.
En general, porque al ser un movimiento extremadamente amplio y plural, descentralizado, las motivaciones de cada persona eran muy diferentes. Por ejemplo, en algunos casos en el País Vasco o Cataluña, el rechazo era a prestar el servicio militar en el ejército español, pero no a la institución misma de un ejército. En otros casos, muchos anarquistas rechazaban tanto el ejército como el estado en sí y se negaban a asistir a los juicios por insumisión, al no reconocer a los tribunales que los iban a juzgar.
Del mismo modo, la forma práctica del acto de la insumisión era diferente en cada caso. Negarse a cumplir con el servicio militar o la prestación social sustitutoria estaba penado con dos años, cuatro meses y un día de cárcel. Hubo quien buscaba la condena, acudía a los juzgados e ingresaba en prisión, como forma de evidenciar la represión estatal. Otros, por el contrario, desatendían los requerimientos y afrontaban la inevitable orden de busca y captura como una forma de doble insumisión, al ejército y al estado. A menudo, la presentación de un insumiso en instituciones militares o en el juzgado, para su detención y posterior condena, era ocasión de manifestaciones y concentraciones de apoyo y denuncia de la represión. De este modo, se conseguía un amplio impacto mediático y social.
A su vez, se multiplicaron los actos antimilitaristas de todo tipo. Desde fiestas, conciertos y manifestaciones a formas imaginativas de protesta, como subirse a un árbol con una pancarta en medio de un desfile militar, todo servía para no dar cuartel al ejército. Todos estos actos giraban en torno a la desobediencia civil y la resistencia no violentas, aunque en ocasiones se produjeron disturbios en manifestaciones por la insumisión, tras ser atacadas las manifestantes por la policía.
Con el tiempo, la insumisión pasó de ser una opción personal a convertirse en un amplio movimiento social de desobediencia civil, de profundo arraigo social y muy popular, con varios miles de insumisos declarados. Finalmente, se logró forzar al gobierno a retirar el servicio militar obligatorio, en 2000.
Probablemente, uno de los principales aspectos de su éxito fuesen las ya mencionadas pluralidad y descentralización, tanto en los motivos como en las formas. A su vez, esto redundó en la incapacidad de partidos o agrupaciones de apropiarse del movimiento, garantizando su independencia, a pesar de que no faltaron intentos en este sentido. Hubo grupos destacados, como el MOC, que eran un referente general del movimiento, pero éste no dejó nunca de ser el resultado de la convergencia de muchos actos independientes de desobediencia y desacato. Precisamente ahí redundaba su riqueza.
Para más información:
“Pepe Beunza, el primer español que se negó a hacer la mili”
“El movimiento insumiso en españa” (Wikipedia)
“La resistencia que acabó con la mili”
“Can Serra: La Objeción de Conciencia en España (1976)” (Video. Documental)
“Acción Pintura Amarilla en el cuartel de Bilbao (1994)” (Video)